martes, 6 de junio de 2017

TESTIGOS DE SI MISMOS


Una de las preguntas mas difíciles de responder, que debo confesar hoy tuve que pensar mucho para responder es , ¿que significa ser testigo de ti mismo?,y comparto con uds. parte de mi reflexión,  si vamos a la definición etimológica de la palabra testigo, que es definida en el diccionario como: "Persona que está presente en un acto o en una acción", por supuesto que podría sonar a redundancia el pensar que no soy testigo de mi mismo si siempre estoy presente para mi mismo, aunque suena a paradoja o contradicción para algunas personas, la cuestión es mas complica pero a la vez mas sencillo, acompáñeme en esta pequeña no tan filosófica si no mas bien personal opinión del tema.

Comencemos por decir que ser testigos de si mismo es, sinónimo de conocerse a si mismo, es decir estar ahí, estar todos los días junto a tu manera de ser , de ver las cosas, de reaccionar ante las distintas situaciones, de lo que te gusta , de lo que te molesta y del valor subjetivo que asignas a las cosas y experiencias, es decir todo tu ser, es ser consciente de las situaciones , experiencias y paradigmas que conforman tu existencia.

Aunque suene lógico, no lo es, ser "consciente" de todas estas experiencias, no es tan común, no es tan fácil encontrar hoy personas "conscientes", aunque muchas de ellas pueden llamarse "espirituales" conscientes de su vida hay muy pocas, en otras palabras vivimos sin ser conscientes de las causas,efectos , ventajas y desventajas de muchos de nuestros comportamientos, porque la conciencia de las cosas y experiencias de la vida exigen "parar", reflexionar, meditar, y en medio de una sociedad instantánea, que todo es rápido, listo y ya hecho pues no hay consciencia.

Ahora tratare de poner algunos ejemplos cotidianos de ser testigos de ti mismo.

¿sabes porque reacciones de determinada manera ante situaciones particulares?, ¿porque te molestas cuando alguien no entiende tu punto de vista?, ¿cual es la causa dentro de ti?
¿sabes cuales son las cosas que te gusta mas hacer en el mundo?¿sabes cuales te molestan mas?, ¿conoces perfectamente tus habilidades y defectos?,¿de donde provienen tus miedos?, ¿de donde provienes tus paradigmas mentales?¿de donde provienen tus hábitos?,¿son buenos, malos, te ayudan,te estorban?

Esta son algunas preguntas de lo que deberíamos saber solo de contemplarnos a nosotros mismos y nuestras experiencias, de ser conscientes de ello, es tan fácil ser consciente por ejemplo cuando estamos debajo de la ducha disfrutando de un agua caliente sabrosa, sintiéndola, solo disfrutándola, pero en ves de eso estamos pensando en que voy tarde para la oficina, o que ropa me voy a poner o simplemente que pereza tengo, negándonos a disfrutar de muchas situaciones y emociones en la vida cotidiana, pasa con la familia,con el dinero, con tus dones y talentos o con tu mismo cuerpo.

Ser testigos de mi mismo, implica parar a proposito y habitualmente, de sacar tiempo en medio del agite cotidiano, meditar, pensar, en mi mismo, de hacernos preguntas sin juzgarnos, de dejar de buscar las respuestas afuera, en alguien, en una religión, partido político o movimiento filosófico, como dice el aforismo griego , "conócete a ti mismo", es allí donde están las respuestas. Nuestra sociedad hoy día esta llena de personas que saben mucho de tecnología, religión, deportes, ciencias o artes pero poco se conocen a si mismos.

Muchas personas tienen maneras distintas de buscar el conocimiento de si mismo, algunos meditan, otros utilizan técnicas de respiración y otros oran, sea cual sea la aproximación a este conocimiento personal es clave, porque aunque suene egoísta si no te conoces a ti mismo no podrás conocer a los demás o mucho menos tu entorno, pero voy mas mucho mas, si no conoces tus debilidades, habilidades, limitaciones, tus pasiones, sueños o reacciones, ¿como podrás cambiar lo que no te hace mejor persona?¿como podrás ayudar a otros?¿¿como podrás hacer de este mundo un mundo mejor sino comienzas por ti primero?

Es de vital importancia el saber ser testigos de nosotros mismos, debemos partir de allí para el conocimiento de los demás o nuestro entorno, debemos ir de adentro hacia afuera , no de afuera hacia adentro.

Personalmente por mis creencias en Dios y en el evangelio de Jesucristo, creo que Cristo vive en mi, que Soy imagen y semejanza de Dios, es decir que Dios ha colocado dentro mi su imagen , sus propósitos y su voluntad, el me creo para cumplir con una Visión, en otras palabras si quiero conocer a Dios solo tengo que mirar dentro de mi!, no afuera!, debo reconocerme a mi mismo porque esto me ayudara a entender la mente de Dios cuando me creó, y si actuó, siento, y vivo según mi individualidad, identidad y originalidad, entonces estoy en equilibrio con Dios , conmigo mismo y mi entorno. No hay nada mas peligroso que alguien que no se conoce a si mismo , que no es testigo de si mismo,que no tiene el habito de "parar", que no medita , ora o piensa, que no se pregunta y reflexiona en si mismo porque entonces tendrá que vivir la vida de alguien mas, por inercia, sin proposito.

Sea cual sea la manera, paremos, meditemos, oremos, reflexionemos,escribamos, tratemos de vernos al espejo, sin juzgarnos, aceptándonos, escuchándonos a nosotros mismos, en mi caso a escuchar la voz de Dios dentro de mi, para poder ser transformados, cambiados, mejorados, ser capaz de ver nuestras tragedias, malas experiencias, traumas o perdidas dolorosas inclusive porque de ellas también aprendemos.

Por ultimo practiquemos mas escuchar que hablar, entender que juzgar, preguntar para responder, hacer mas que decir.....con nosotros mismos..









viernes, 13 de enero de 2017

Descanso en medio de la agitacion

Hoy quiero compartir un artículo muy interesante que encontré en la red en mi Devocional diario, como encontrar paz en medio de la tormenta sería el título que yo le pondría,  cual le pondrías tu?, espero sea de edificación para ti tambien

Mis padres me inculcaron la importancia de un “tiempo de quietud.” Para sorpresa de muchos, el concepto no lo originó el finado Dawson Trotman, fundador de Los Navegantes, sino el Señor mismo.
Las Sagradas Escrituras están repletas de referencias al valor de esperar al Señor y pasar tiempo con él. Cuando lo hacemos, la basura que hemos recogido durante las horas apuradas, atareadas del día, se filtran, de manera parecida al cieno que se asienta cuando el río se hace más ancho. Con la basura fuera del camino, podemos ver las cosas más claramente y entender los acicates de Dios con mayor sensibilidad.
David con frecuencia subrayó los beneficios de pasar tiempo a solas. Estoy seguro de que él se familiarizó con esta disciplina al apacentar las ovejas de su padre. Más tarde, durante los años tumultuosos cuando el rey Saúl estaba al borde de la locura y lo perseguía por envidia, David halló que su tiempo con Dios no sólo era un refugio necesario sino también su medio de sobrevivir.
Cuando escribió: “Aguarda a Jehová; /Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; /Sí, espera a Jehová” (Salmo 27:14), conocía de manera íntima lo que quería decir. Cuando admitió: “Pacientemente esperé a Jehová, /Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor” (40:1), no lo dijo partiendo de una teoría nada realista. El hombre sufría, con gran aflicción. Y cuando escribió: “Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; /He confiado asimismo en Jehová sin titubear. /Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; /Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón” (26:1-2), no estaba simplemente esgrimiendo unos cuantos pensamientos emocionales para dejar boquiabierto al lector. Esas palabras brotaban de lo más profundo de su alma afligida, como el rompiente de agua salada estalla cuando una ola se estrella contra la roca.
¿Tiempo con Dios? ¿Quién experimentó más su valor que Job después de perderlo todo? En adoración escribió:
“Desnudo salí del vientre de mi madre,
y desnudo volveré allá.
Jehová dio, y Jehová quitó;
sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21).
Y su confianza tranquila no se agotó; el hombre continuó buscando la comunión con su Dios. ¿Recuerda su confesión? Lo que la destaca más es que él la dijo mientras lo rodeaban los que lo acusaban:
“Mas él conoce mi camino;
Me probará, y saldré como oro.
Mis pies han seguido sus pisadas;
Guardé su camino, y no me aparté.
Del mandamiento de sus labios nunca me separé;
Guardé las palabras de su boca más que mi comida” (23:10–12).
¡Eso es! Eso es exactamente lo que ocurre cuando nos salimos del carril de alta velocidad y mantenemos nuestra cita con el que nos hizo. Sus palabras adquieren mayor significado que una buena comida. ¡Y qué grandiosos pensamientos tiene Él para nosotros, qué nociones, qué consuelo, qué seguridad!
La mejor parte de todo es que esas divinas irrupciones vienen de manera muy inesperada. Aunque usted y yo tal vez nos hayamos reunido a solas con Dios mañana tras mañana, de repente sucede que un día, como ningún otro, Él nos revela su plan . . . y nos deja sorprendidos.
Le sucedió a Moisés. A solas con su rebaño de Jetro, en algún lugar del desierto, tal vez después de que el ulular de los vientos nocturnos del desierto se habían calmado y los candentes rayos del sol de Sinaí empezaban a dejarse ver por encima de los impresionantes riscos de Horeb, Dios le habló desde un matorral que ardía de manera extraña.
Y, ¿qué fue lo que Dios le dijo? ¿Qué fue lo que oyó este pastor de ochenta años de edad, ya de bajada? “¡Dirige el éxodo!”
¿Quién jamás hubiera imaginado que un amanecer de otra manera ordinario hallaría al viejo batallando con la incredulidad? Menos que nadie, Moisés.
Entiendan que esos momentos fenomenales son la excepción, y no la regla. Si Dios nos hablara de esa manera todos los días, zarzas ardientes serían tan comunes como los semáforos o teléfonos que timbran. La verdad es que nunca jamás en toda la historia del mundo se ha vuelto a oír la voz de Dios desde una zarza que se negaba a consumirse por las llamas. Como ven, Dios siempre se dedica a hacer obras originales, y no a duplicar grabaciones.
Pero jamás lo dude: Él todavía anhela hablarles a corazones que esperan . . . corazones que saben quedarse quietos ante Él.
Adaptado de  Charles R. Swindoll, “Time with God,” en The Finishing Touch: Becoming God’s Masterpiece (Dallas: Word, 1994), 306–308. Copyright © 1994, Charles R. Swindoll, Inc. Reservados todos los derechos mundialmente.